lunes, 10 de octubre de 2011

LOS INFECTADOS_CAPITULO 6

¡ cuidado Tosso!-

El grito le hizo ver la gravedad de la situación y lo que se le caía encima si no seguía corriendo con todas sus fuerzas.

-No puedo de veras Diogo-

-Corre joder…no puedes dejarte pillar-

Tosso miró hacía atrás.

Unos treinta infectados al menos corrían enfurecidos detrás de ellos para saciar su sed de carne.
Había infectados que no daban ni dos pasos bien….pero otros, como si estuvieran poseídos por una fuerza sobrehumana, emanaban una ira la cual les hacía ser rapidos y letales.

-Venga..tio…vamos que se nos echan encima. Estamos cerca de esa gasolinera…pillaremos cobertura ahí-

-Diogo, los tengo encima, echame una mano o algo-

Un infectado, de al menos 1.80m de estatura, con un traje rasgado y lleno de polvo, era el mas cercano a Tosso. Tenía los ojos enrojecidos y su rabía para atraparle aumentaba conforme veía que su distancia disminuía.

Le tenía a menos de un metro cuando un desnivel en el asfalto le hizo caer al suelo.
Tosso siguió corriendo hasta llegar a la gasolinera sin saber que éste ya no le perseguía.

-Corre tio…corre-  Diogo le esperaba ya en la puerta de la tienda de la gasolinera mientras tenía en otro lado un pequeño madero para atrancar la puerta y mantener a los infectados ocupados mientras veían alguna salida de emergencia.

Al momento, habiendo atrancado la puerta, observaron rapidamente el interior de la gasolinera.

Estanterias caídas, ningún alimento y lo que había de peluches, revistas, etc… no estaba ya apto para lo que antes valían. Sencillamente, había sido ya saqueada.
Tosso y Diogo observaron entonces los golpes fuertes de los infectados en las puertas y cristaleras del escaparate. ¿Cuánto aguantaría al asedío?

-Vamos Diogo, echa un vistazo a esa puerta mientras miro yo los servicios. Tenemos que ver algún sitio para salir de aquí rápidamente. No me gustaría acabar en manos de esos podridos en esta maldita gasolinera.

-ok, tio. Ya sabes, si hay algo que necesites, pega un silbido o grito.-

Diogo fue con cuidado y abrío por completo la puerta entreabierta , la cual imaginaban que sería la zona de personal, almacén de la tienda y posible salida de emergencia.
Todo estaba oscuro. Hacía tiempo que nadíe pasaba a esa habitación y por el olor a humedad y cerrado que había todo indicaba que no encontraría muchas salidas.
Fue tocando por las paredes y con la poca luz que penetraba por haber abierto la puerta, observaba con cuidado si había algún infectado.

De pronto, un golpe fuerte, provocado por los infectados que había en la puerta y que empezaban a golpear con más furia el escaparate de cristal , le alertó. No podía seguir yendo tan despacio. De golpe, topó con una escalera vertical que subía a la azotea.

-Tosso ven para acá- Pero Tosso no respondía

-¿Tosso?- Diogo se alarmó de pronto.

- Si…ya estoy. No he encontrado salida cerca de los servicios y la única ventanita tiene unos barrotes tremendos.

-He encontrado una escalera vertical. Puede que nos….-

Un sonido extridente hizo ponerles en jaque.

-aggggghhhhhh-

Acababan de entrar los infectados a la gasolinera e iban directos a donde estaban ellos.

-Sube Diogo….sube…no hay tiempo para pensar en nada-

No faltó mucho para que atrapasen casi el tobillo de Tosso antes de que subieran y atrancasen la escotilla que daba a la azotea.

Estaban en un momento crítico…miles de infectados rodeando la gasolinera y ellos sin poder bajar. Sabían que tarde o temprano, si no se dispersaban los infectados, empezarían a necesitar alimentarse y lo más fundamental, desidratarse.


Era primavera y ya empezaba a salir el sol, por lo en torno al mediodía , la presencia del sol hacía que los atuendos que llevaban Alex y Nico empezaran a hacerse notar.

Hacía unos días que habían dejado la zona segura de El Escorial, justo la noche en que cayó.
Un accidente grave  en el túnel de Guadarrama provocó que se desatase una oleada fuerte de infectados. Esta oleada se convirtió en masa conforme pasaban por los pequeños reductos de la sierra.

Todo fue tan rapido que cuando se quisieron dar cuenta, la infección había llegado dentro de la zona.

Alex y Nico, los  cuales habían sido destinados a esa zona después de lo ocurrido con sus amigos en el airsoft, tuvieron suerte y pudieron escapar. Desde entonces, escaparon al sur de la comunidad de Madrid, orientados por rumores que iban escuchando poco a poco de que los infectados eran menores allí y que desde allí se mandaban trenes con viajeros hacía Valencia o Lisboa, donde se decía que salían barcos hacia islas donde los infectados no existían.

Les acompaban en su viaje dos rifles de gran alcance que pudieron llevarse durante la caída de la zona segura de El Escorial.

-Alex tio..¿tu crees que son ciertas las historias que cuentan sobre Valencia y Lisboa?-

-No sé…en algo hay que creer. Puede que si o puede que no..pero si no lo intentamos, no tenemos esperanza alguna.

-el caso es que si se escuchan esos rumores, habrá mucha gente que como tu y como yo querrán..-

Alex le interrumpió el paso de Nico con el brazo.

-Mira la que se ha formado en torno a esa gasolinera…y creo que la causa es por esos dos tipos que hay en la azotea del local. Creo que están en un grave aprieto-

-tio…dejales y que se las apañen- le cortó rápidamente Nico mientras echaba una mirada profunda hacía los dos desconocidos. - Creo que son gente muerta…. Además que a nosotros no nos ayudaba nadie cuando nos cruzábamos con ellos. Incluso en una ocasión recuerdo cuando tu….¿Alex?-

Alex no estaba ya a su lado y había cogido posición para pegar un disparo.

Su intención no fue más simple. Pegó un tiro en un motor de un coche cercano a la gasolinera. La explosión fue tal que llamó la atención a muchos infectados, los cuales despejaron una parte de la gasolinera.

El segundo tiro fue un pelín mas lejano, en casi la misma dirección, para seguir despejando la gasolinera.

En  disparos, los desconocidos pudieron deslizarse por un borde y escapar hacía ellos.

A partir de ahí se formó el grupo de cuatro.

domingo, 25 de septiembre de 2011

LOS INFECTADOS_CAPÍTULO 5

-eh chaval… ¿estas bien?- una voz se oía como de fondo mientras recobraba la conciencia.

-Creo que ya se recupera…pronto veremos porqué sabían de nuestra existencia- habló otra persona

Tardé unos minutos en empezar a abrir los ojos y observar todo a mi alrededor: Un piso, muy parecido al que me metí en unas plantas anteriores y donde vi una de las escenas más asquerosas que he podido ver desde que tengo uso de la razón.  Lo único que este piso estaba lleno de cajas de cartón, latas apostadas en laterales y alimentos no perecederos.

-¿Qué ha pasado? Eh…esto ¿Dónde está María José?- exclamé esto último cuando recordé el último golpe que recibí mientras me levantaba, pero algo me impidió moverme: Estaba atado de pies y manos.

-joder...como hayais hecho algo a mi novia os mato-

La respuesta en forma de puñetazo no se hizo esperar.
Cuando levanté la cabeza de nuevo, vi como sangraba de la boca y me caía un chorretón de sangre al pantalón.

-¿Qué queréis de nosotros?- volví a preguntar pero esta vez más parado

-¿Cómo supisteis que estábamos aquí? Solo queremos pasar desapercibidos de los guardias de las zonas seguras colindantes.- habló un hombre alto, vestido de militar y con una cicatriz en la mejilla

Una voz me hizo sentirme mejor cuando entró en escena

-fue una casualidad, ya que no sabíamos que estabais aquí. Buscábamos comida porque nos hemos quedado sin alimentos- habló María José mientras yo la buscaba con la mirada.
Estaba semiatada en una silla, cerca de unas estanterías llenas de latas. No la había visto antes ya que me tapaba la vista un hombre vestido como de swat que en ese momento recordé que fue el que cerró la puerta de la habitación.

-Alex, Diogo, venir para acá- habló el hombre de la cicatriz.

Los tres hombres del piso, accedieron a una habitación colindante del salón  y entornaron la puerta. Al momento, salieron y uno se reía.

-Os vamos a creer, pero os aviso que cualquier tontería que hagáis o que nos ponga en peligro a todos y sabréis lo que es ser devorado por ellos, ¿capiche?- habló el de la cicatriz. – por cierto, no me he presentado. Me llamo Tosso y estos son Diogo y Alex- este último se acercó a María José y la desató.

Ésta, rápidamente y tocándose las muñecas en señal de dolor por haber sido amordazada, se acercó rápidamente e intentó desatarme

-tranquila. Como te hemos dicho, vamos a creeros, por lo que no temas…vamos a desatar a tu novio también jejeje- habló tosso con un tono burlesco.

Una vez desatado y comprobado tanto maría José como yo que no nos había pasado nada más que la hemorragia sufrida por los puñetazos recibidos empecé mi repertorio de preguntas.

-¿Quiénes sois y por qué estáis aquí?-

-Simplemente nos refugiamos. No pertenecemos a ninguna mafia, banda callejera de esas que se han formado últimamente ni a ningún destacamento de exploradores de esas zonas seguras o como las llamen- habló Diogo.

- y vosotros ¿Cómo llegasteis a nosotros?  ¿Sabéis que no habéis jodido todo el trabajo de al menos unas semanas?- habló Tosso.

-¿Qué hemos hecho mal? No sabíamos que existía este piso “franco” y sinceramente nos creíamos ya muertos si no llega a ser que abristeis la puerta segundos antes de caer presa de esos podridos infectados- exclamé

- Una  tarde que escapábamos de una banda formada por unos tíos con careta que nos querían  asaltar se nos ocurrió meternos aquí en el piso, con tan mala suerte de no saber que en el garaje de todo el piso, había un buen número de infectados los cuales habían encerrado para que no salieran.
Hicimos lo mismo que vosotros. Subir, subir con tan buena suerte que este último piso si estaba abierto.

Nos atrincheramos bien y permanecimos en silencio para no levantar sospechas. Aún así, esos tíos, rompieron el portal y sin saber lo que se encontrarían abajo, abrieron el garaje. Lo siguiente os lo podéis imaginar: oleada de muertos vivientes por todas las escaleras y la banda, o lo que quedó de ella, huyendo. Como consecuencia, nosotros encerrados y los muertos en la escalera.

-comprendo, en una ratonera-

-exacto chaval, creo que lo vas pillando. La banda no sabía que estábamos aquí, pero a estos infectados, supongo que por el olor, no se les engaña, ya que se fueron quedando en la puerta.-

Se acercó a una ventana medio subida y miró por ella.

-Nos costó tiempo y paciencia que fueran apareciendo más gente y que los infectados fueran desapareciendo de las escaleras… y justo, cuando creíamos ayer haberlo conseguido gracias a un grupo de personas que les llamaron la atención hacía unas horas, vais vosotros y los activáis de nuevo.-

-¿Cómo?-

-¿Cómo niñato?- respondió Diogo – yo creo que las persianas no se suben solitas… ¿o crees que no hiciste ruido cuando tuvisteis que observar el piso de más abajo?-

-joder...no había caído…- mi sensación de metedura de pata se ampliaba conforme pasaban esos minutos. Tanto tiempo esperando salir esta gente y yo por un momento de exploración, les había jodido todo.

-uffff de veras que lo siento...-

-ahora lo lamentarás en carne chaval... y tu novia también- la miró Diogo con una cara de salido.

- de veras, esto…tosso  , Diogo y …¿Alex?- miré a este último el cual no hablaba. Solo observaba.- decidnos y si podemos ayudar.

Tosso parecía ser el líder de los tres. También parecía ser el que mas genio tenía.
Diogo era más loco a la hora de actuar y no se sabía si podía reaccionar de mala manera dándome otro puñetazo  como los primeros que recibí al despertar o no. En cambio Alex, no parecía coincidir con el prototipo de persona que iba con estos. Parecía no encajar con ellos pese a haber estado encerrado aquí ese tiempo que decían.

-No pienso soportar aquí unas semanitas mas…y ver como nos pudrimos aquí los cinco.- habló tosso.

- creo que si que nos podéis compensar…al menos intentando salvarnos a todos. De hecho, está en vuestras manos..-

Se acercó a mi y mirando a Diogo y sonriendo me pasó el brazo por los hombros . No me gustaba nada esta situación, ya que me olía que peligraba, pero quizás el motivo por el cual empezaba a ponerme nervioso era más por maría José, ya que yo contra esos tres tíos, no podría hacer nada.

-chaval, asómate a la mirilla y dime lo que ves-

Me acerqué a la puerta; con un sudor pegajoso  abriéndose camino en mi patilla y cayendo hacia el borde de la mandíbula eché un vistazo por la mirilla: había quizás cinco o seis infectados arrastrando los pies y moviéndose lentamente de un lado a otro. En las escaleras, podía observar, pese a la poca luz que ya había en ella por el atardecer, al menos dos de ellos caídos y pisoteados, mientras que dos intentaban subir. De pronto uno de los que estaban mas cerca de la puerta miró y como si pudiese ver a través de ella empezó a acercarse lentamente.

-¿Cómo lo ves? ¿Abro la puerta y te mando con tu palito a matarlos? Nosotros no lo vemos muy claro y tu creo que tampoco. Además…estos no parecen que corran mucho pero imagínate si te pilla uno de esos que parecen poseídos…..entre la fuerza y velocidad, creo que no llegarías ni al tercer piso. De hecho nosotros no lo hemos intentado por eso.-

con miedo y desviando un momento mi mirada a María José, asentí con la cabeza.

-tengo otra idea y puede que tú o tu amiguita nos ayudéis-

Me metió a una habitación que había una ventana.

-Asómate. Creo que lo has visto ya antes-

No tuve mas remedio y me asomé. Allí estaba…el patio interior con los infectados y muertos caídos abajo….solo que desde este piso, el único que se distinguía bien era un muerto en el suelo con una sudadera roja.

Dos pisos más abajo había una ventana con la persiana subida.

-Como puedes observar, hay una ventana abajo y está medio subida. Si alguien pudiera ir bajando con cuidadito bien agarrado del tubo de desagüe que hay en la esquina del patio interior y se metiera en ese piso, con suerte llamaría más la atención de los infectados de la puerta, pudiendo nosotros poco a poco ir bajando por la puerta principal.-

-creo que vosotros estáis locos. ¿Os creéis que soy spidermannnnn- No terminé la frase. Tosso, con un gesto un poco agresivo, me agarró de la clavícula y metiendo un dedo en un punto frágil del musculo me hizo retorcerme de dolor.

-Creo que no estás en derecho de negociar…además, por suerte para tí no había pensado que fueras tú el que bajases por ahí sino tu novia. No creo que el tubo con tu peso pueda resistir mucho…en cambio ella…no supera los 62 kilos fácilmente….podrá deslizarse hacía abajo.

Esas palabras me confirmaron que nos iba a costar salir de esta.

jueves, 15 de septiembre de 2011

LOS INFECTADOS_CAPITULO 4


-El jurado ha decidido que el acusado es inocente-
Un golpe de martillo de madera se oyó en la sala mientras Alex y su cliente se estrechaban la mano.

-Otro caso ganado, Alex- le felicitó su secretaría que le había acompañado al juicio

-Lo sé, Silvia…lo sé.-

Alejandro, o como le gustaba que le llamasen sus amigos “Alex” era un reputado abogado de Madrid. 

Los demás abogados al principio le respetaban, ayudándole y acogiéndole en grandes bufetes como becario. Pero pronto despuntó y cuando se vio que todo juicio que tocaba, ganaba, los demás abogados empezaron a envidiarle y ponerle trabas. No era normal que un abogado, con tampocos años en el sector, se fuera haciendo con una cartera de clientes tan grande. Así fue como Alex, decidió hacer su bufete por su cuenta y seguir creciendo profesionalmente.

En lo referente a su vida personal, Alex tenía muchos amigos y amigas, y como consecuencia, una agenda apretada, por lo que su estrés crecía con rapidez. Para combatir dicho estrés, se buscó un hobby que le relajase: El airsoft

Los sábados y algún domingo, junto a otros conocidos, Alex se reunía en alguna finca, pueblo de la sierra  o algún edifico abandonado para hacer batallitas Disfrutaba, muchísimo y obtenía lo que quería: Relajarse.

Cuando todo el caos ocurrió, le pilló a Alex con sus amigos fuera de la capital. Ese fin de semana su club de amigos y él fueron invitados a una batalla en una finca cerca del Escorial contra otro club de airsoft. Al estar aislada la finca, no se enteraron al principio de lo que ocurría.
Estaban en plena batalla cuando tomaron por primera vez contacto con los infectados.

-Águila verde, ¿me recibes? cambio- Alex despegó su walkie de su boca mientras seguía apostado con su traje de camuflaje y su rifle de gran alcance en unos matorrales

-Águila verde….esto Ronie, ¿estas?, cambio-  desesperado habló

-Si, dime Alex, cambio.-

-¿no quedamos en que nos íbamos a llamar por el seudónimo y no por nuestros nombres? Llevo llamándote un buen rato. Lo suficiente para que mientras estuviera con el walkie-talkie me hubieran pegado un bolazo y me hubieran eliminado. Bueno…a lo que íbamos. Estamos en el borde de la finca y sigo sin ver a los del otro equipo, cambio-

-Lo siento Alex, digo lagarto rojo. Es que eso de nombrecitos no me mola nada…en fin…Son buenos de verdad estos tíos. Ya me lo dijeron a mí unos de la tienda... esto espera, veo a alguien que se acerca a mi posición. El muy tonto no se da cuenta que como siga andando así sin cobertura y entre en tu zona le vas a dar un bolazo tremendo. Voy a seguirle para ver si le puedo coger de prisionero. Te cuento ahora, cambio.-

-Ten cuidado, puede que sea un señuelo para que sepan tu posición y posteriormente la mía.-

Alex se quedó esperando una respuesta mientras observaba todo su alrededor. Quedaban ya ellos dos de su grupo y si les eliminaban perderían su reputación que les precedía de ser el único club invicto de la comunidad de Madrid. Más de 42 victorias seguidas y podrían romper el record contra este club, también famoso por sus estrategias de juego.

Al cabo de unos minutos volvió a escuchar la voz de Ronie.

-Alex, es muy tonto este tío…no se si se trata de un señuelo pero sigue acercándose hacia mi posición, como si supiera donde estoy y he observado los demás lugares con los prismáticos y no veo ningún enemigo apostado esperando a que salga…creo que voy a salir y voy a ir por detrás de este para tomarle de prisionero. Cambio y corto-

-Espera….deja que se acerque mas a tu lado, ronie, digo águila verde- hablo rápidamente Alex, pese a saber que Ronie ni habría escuchado esto último.
Pasaron casi diez minutos. Alex sabía que algo había pasado pero le daba miedo hablar por walkie ya que podría delatar su posición. Ronie podría haber sido capturado y ahora mismo solo él quedaría….pero no podía salir de su cobertura. De pronto, por el pequeño montículo que tenía apuntando por si aparecía cualquier enemigo, observó a Ronie aparecer.
Corría hacia donde estaba apostado el y por como andaba, le había ocurrido algo.

-Alex, socorro, Alex-

Alex dudo si salir o no, pero luego, al ver que Ronie caía al suelo como si le hubieran hecho la zancadilla y no levantarse, salió y dejó todo su material.

-Ronie, ¿Qué ocurre? - Se acercó gritando hacia su amigo, que seguía en el suelo y moviéndose como con espasmos.

-¿Ronie?- Cuando se acercó, Ronie se agarraba el cuello del que emanaba un montón de sangre.

-AAAAlex, por favoooor, ayudam…- su voz se apagó de golpe mientras ponía los ojos en blanco

-DIOS MIO, RONIE, ¡JODER!- Gritó Alex mientras le intentaba tapar la gran herida que observaba que tenía en el cuello.

-JODER, DIME QUE TE HA PASADO, SOCORRO, SOCORRO- su desesperación y sus gritos eran en vano, ya que nadie acudía a su socorro.
De golpe y porrazo, algo le sobresaltó.

-aaaagghhhhhh- un sonido seco como si alguien estuviese ahogándose sonó detrás de él. Giró y vio a uno de los del club enemigo con la boca llena de sangre y las manos. Su cara blanca y sus ojos, como si fueran a salirse de sus orbitas, hicieron estremecerse a Alex, pero rápidamente por la rabia de tener a Ronie muerto en sus brazos, fue para abalanzarse hacía él.

-Hijo de...que has hecho a mi amigo. Esto es una mierda de juego no el puto Vietnam- le empujó con tal fuerza que cayó hacia el suelo y se golpeó fuertemente con una piedra.
Pero aquel ser, no parecía ni inmutarse. No le dolió ni el puñetazo recibido por parte de Alex cuando se incorporó de nuevo. Solo quería atrapar a Alex y morderle.
Alex, cogió una de las navajas suizas que tenía para cortar algún arbusto y le amenazó con rajarle si no le decía que había pasado cuando se le abalanzó con rapidez. Sin querer su navaja se le clavó en el estomago. Cuando observó Alex que aquella persona no reaccionaba al dolor se dio cuenta que algo malo ocurría.
Rápidamente y con un golpe seco, se quitó del medio a ese ser y huyó hacía la casa en la que todos deberían estar.
No podía aguantar y mientras corría lloraba aún recordando la última imagen de su amigo pidiéndole a gritos ayuda. Se murió en sus brazos y no había podido hacer nada por evitarlo.
Cuando llegó a la casa, lo que encontró fue peor.
Toda la casa, estaba llena de sus compañeros y de los demás chicos del otro club de airsoft, pero se comportaban igual que el chico que le había intentado agredir y había clavado la navaja suiza en su estómago.
Visto el tema, no tuvo más remedio que salir y huir hacia el pueblo más cercano para denunciar el suceso.

sábado, 10 de septiembre de 2011

Los INFECTADOS_CAPITULO 3

 Los cristales del portal hacia tiempo que habían sido reventados. Con cuidado, y sin poder evitar el hacer ruido por los miles de cristales esparcidos en el suelo, entramos María José y yo en el edificio.
Un olor como de humedad se apoderó pronto de mi mientras observaba como el edificio se encontraba en un estado bastante dejado. Paredes sucias y con manchas parecidas a sangre, trozos de maderas caídas en el suelo señal de que se intentó hacer alguna especie de barrera para que los infectados no entrasen, etc... hacían que María José y yo estuviéramos más atentos al principio de por donde pisábamos mas que si había indicios de gente o alimentos.

-Sigue sin parecerme una buena idea. Imagínate que vamos a algún piso y de pronto entran. Sería una especie de laberinto sin salida.-

-laberinto sin salida, laberinto sin salida…siempre estás con lo mismo…y yo no quiero seguir sin comer algo más normal. Te digo que de aquí seguro que sacamos alimentos.- contestó rápidamente María José mientras supervisaba el hueco de la escalera que se elevaba hasta terminar en una cristalera por donde accedía la luz del día.
Caían gotas de esté, quizás por alguna bolsa de agua acumulada de lluvias que se había quedado en el techo. El sonido de cada gota, me daba escalofríos

-como en las pelis de miedo- hable en bajito.

-subamos al primer piso. Está claro que en los contadores así como en el apartado del conserje no creo que haya alimentos ni nada que nos sirva para seguir el viaje.
Cogí el palo de la fregona y me puse en posición de defensa mientras accedía por las escaleras el primero.

-Cualquier ruido proveniente de otro piso de arriba y nos largamos Mj. No quiero toparme con nadie de esos infectados o algún superviviente loco.

Llegamos al primer piso. Cada piso se dividía en dos puertas, con la puerta del ascensor en medio.
Cada una de esas puertas era una vivienda.

-Muy bien…y ahora como abrimos la puerta que esté cerrada. Son puertas blindadas y no se yo…pero a mi nadie me ha enseñado a abrir cerraduras-

-Con una radiografía- respondió

-si…si me traes una radiografía, que por aquí será fácil encontrarla- respondí malhumorado mientras mi carácter empezaba a cambiar, como consecuencia de mis nervios por si me encontraba algo o alguien.

-Pues con un bote de coca cola o botella de plástico también….recuerda cuando tuvo que venir el cerrajero a hacerlo y te lo comentó cuando le preguntaste si podía hacerlo con otras cosas que no fueran radiografías-

 Me quedé mirándola mientras pensaba. Una gota cayó por el hueco de la escalera, haciendo un ruido que parecía que alguien había entrado por el portal.
Rápidamente miré para abajo y luego para arriba.

-Sigamos para arriba. Seguro que hay alguna puerta que se la haya dejado abierta. No creo que todos cerrasen bien la puerta cuando les sacaron rápidamente en la evacuación de emergencia. –

Seguí subiendo las escaleras.
A los dos minutos, nos encontrábamos subiendo la cuarta planta, ya con la desesperación de encontrar una vivienda abierta o algo por el estilo.

-Mira María José- grité un poco mientras me adelantaba a llegar al rellano de la cuarta planta.
Una vivienda de las dos que había estaba entre abierta. No parecía haber ningún superviviente dentro ni nada por el estilo.

-Ten cuidado al entrar. Yo me quedo aquí fuera vigilando mientras por si viene alguien de arriba o de abajo.

-ok, te aviso pues- respondí mientras accedía al piso.

Abrí la puerta.
No parecía una casa muy grande, ya que desde la puerta se veía el final de la terraza.
A la izquierda nada más entrar, se encontraba la cocina, la cual se encontraba en muy malas condiciones. Se nos habían adelantado.
Cubertería tirada por los suelos, platos rotos, paquetes de comida abiertos, nada de botes ni conservas en los muebles y un fuerte olor ha podrido que empezaba a invadir el lugar.
Me asomé rápidamente a la terraza. No habían dejado ni la caldera., la cual estaba arrancada.
Al lado, en la cristalera que daba a un patio interior, emergía un agujero grandísimo sangre seca en el borde del cristal.
Me asomé con cuidado.

Con un simple vistazo, me entraron ganas de vomitar en el acto.
Al menos unos doce cuerpos yacían en el suelo. Algunos reventados por la caída y otros, en el peor de los casos, seguían vivos, pero infectados. Se movían de una manera muy lenta, como si hubieran estado en hibernación y cuando observaron como me asomaba se hubieran activado.
También había muchísimos objetos tipo lavadoras, calentadores y hasta tazas de wáter.

A los infectados les tiraban al patio interior, donde no podían salir ya.

Salí de la cocina pensando si realmente podían salir y subir sabiendo que estábamos aquí o no. Tenía que seguir mirando pese a tener el cuerpo revuelto por ver aquella escena.

-¿Estás bien?--  me preguntó María José que se había asomado a la puerta.

-asqueroso Mj, de verdad, asqueroso lo que hay en el patio interior del piso.- hablaba mientras accedía al salón.
 Todo estaba tirado en el suelo como si de una redada se tratase y las cortinas, rasgadas y rotas, se movían presa del viento que entraba en la vivienda.

Pasé el salón hacía un pasillito en el que derivaban cuatro puertas. Dos de ellas estaban abiertas y se podía ver, pese a la oscuridad que habitaba en ellas, que se trataban del servicio y de la sala de estar.
Suspiré y me armé de valor para abrir la puerta de la izquierda que estaba cerrada.
No tenía pestillo, por lo que al girar el manillar se abrió fácilmente. Un olor putrefacto salió de esta.
La habitación estaba oscura y no veía bien que había en su interior.
 Me eché para atrás y con el palo en horizontal esperé a escuchar algún sonido por si hubiera alguien.
Nada.
Pasados unos segundos, miré observando el pie de una cama de matrimonio. Pasé un poco a la habitación y el olor putrefacto me hizo dar una arcada. Me levanté el cuello de la camiseta y me la puse para tapar un poco mi nariz.
Toqué la ventana a mi izquierda. Mi idea era subir la persiana y ver que había allí.
La subí y observé algo que me marcó bastante durante un tiempo.

En la cama, yacían los cuerpos de dos personas y un niño, seguramente inquilinos de la vivienda, muertos. Se habían suicidado con un balazo en la cabeza. La impresionante escena  de ver un niño con la cara reventada y su madre o quien fuera abrazándole y luego esta a su vez con un disparo en el ojo y caída hacia un lado era asqueroso. El padre, yacía cerca pero caído la mitad hacía el suelo.
Seguramente él los hubiera matado.

Sus cuerpos, podridos, hacían que el lugar fuera un hervidero de gusanos, moscas y cucarachas que se movían cerca de ellos como si de un festín se tratase.
Salí de la habitación y apoyando en la puerta cerrada, vomité allí mismo.
Tuvieron que estar muy acorralados para realizar tal acto.
Cerré la puerta de esa habitación y miré el pomo de la otra puerta que aún no estaba abierta. Lo cogí e iba a abrirla cuando María José me interrumpió

-¡TENEMOS VISITA!-

En ese momento el pomo de golpe se movió. Había alguien dentro de esa habitación. A ese movimiento de pomo se le sumaron golpes fuertes en la puerta y un gemido aterrador

-aggghhhhhh-

Seguramente un familiar el cual no consiguieron matar y lo encerraron en esa habitación.
Al ver que la puerta no se abría, salí corriendo de la vivienda mientras María José observaba el hueco de la escalera hacía abajo.

-tenemos un problemón. Subamos para arriba-

Asomándome abajo, vi como bastantes infectados subían hacía los pisos superiores.
Quizás atraídos por algo que hicimos…quizás el sonido de la persiana al subir…no sé…el caso es que estábamos metidos en un buen lio y ahora no sabíamos como salir de ahí.

-venga, venga…no podemos ir contra todos esos infectados. Se nos echarían encima y estamos en una cuarta planta, por lo que saltar es muerte segura-

Subimos corriendo hacia el quinto piso.

-no, no, no...- gritaba María José desesperada mientras observaba que no había ningún piso abierto.

-nos queda el ultimo piso…sino, la hemos cagado. Te dije que era una mala idea- la comenté con nervios a María José

Subimos al último piso. Estaban cerradas las puertas.

-Joder….nada…la hemos cagado y bien- gritaba María José presa del pánico.

Observamos el hueco de la escalera. Los infectados ya estaban en la tercera planta y ahora sabía que iban a por nosotros y no había sido un error.
Me puse a golpear la puerta con mucha fuerza y golpeando la zona de la cerradura pero todo resultó ser un desastre ya que la puerta era muy fuerte.  Por un momento juraría que era incluso distinta a las de las demás plantas.

-Joder, haz algo…ya los tenemos... en la cuarta planta y está subiendo para la quinta-

-Y que hago Mj, y que hago-

En esos momentos es cuando creo que me apetece ponerme a llorar y suplicar que la tierra nos tragase.

Por mucho que diésemos con el palo de la fregona, la veintena de infectados que subían por las escaleras era mucho. No aguantaríamos ni dos asaltos.
Mj, agarrando todo lo que veía, empezaba a lanzarlo por el hueco de la escalera para dar a alguno, pero no servía tampoco de nada. Daba a alguno, se caía pero no retrasaba a los demás, que le pisaban.

-Ya están aquí- se acercó María José y se aferró a mi mientras yo esperaba amenazar a los primeros infectados que apareciesen por las escaleras para clavarles el palo de la fregona.
Esos segundos fueron larguísimos. Sabíamos que era nuestro fin. Llorando los dos, dábamos golpes con la cabeza a la puerta y golpes de rabia por habernos metido en este laberinto sin salida.

De pronto, aparecieron los primeros por la escalera. No eran rápidos, pero tampoco muy lentos.
Su estado era asqueroso.  Sus manos, deseosas de agarrarnos, apuntaban hacia nosotros con desesperación.
Las primeras manos que se acercaron recibieron un buen palazo por mi parte…pero, que más da…ellos no se quejaban.

Así pues, nos echamos hacia atrás, apoyados en la puerta esperando ser devorados.

De golpe y porrazo, como si de un milagro se tratase, la puerta se abrió cayendo los dos en el suelo de la vivienda.
Nuestras miradas, aún seguían viendo al siguiente infectado que se iba a tirar sobre nosotros, pero una patada de alguien le echó para atrás la cabeza mientras alguien nos arrastraba al interior del piso y cerraba la puerta.
Lo único que pude observar antes de perder la conciencia por un golpe recibido fue como alguien con una máscara negra y con ropa como de swat, cerraba la puerta de la vivienda.

Habíamos sido salvados….pero... ¿Que consecuencias traería esto?

miércoles, 31 de agosto de 2011

LOS INFECTADOS_CAPITULO 2

-Otra tienda vacía.-
 Lleno de rabia, agarré un palo de una fregona tirado en el suelo y golpeé fuerte en una cristalera que había dentro de la pequeña tienda.

Si ese militar no se hubiera encaprichado con ella ahora mismo podríamos seguir viviendo con un poco más de tranquilidad y sin tener que pasar calamidades como estábamos pasando últimamente. Pensé para mis adentros mientras me quedaba mirando el destrozo que había causado.

-¿estas bien?-

-si…solamente que las jodidas exploraciones están dejando toda la zona seca de alimentos- golpeé una caja de cartón que había en el suelo y la mandé lejos de nosotros.

-quizás si buscamos en algún piso de los de esta zona, puede que encontremos algo. No creo que las exploraciones se encarguen de los pisos. Sabes que los consideran perdida de tiempo. Además que parecen altos, no como los de Getafe- acabó María José mientras miraba un piso de 6 plantas.

-te olvidas de los lugareños de la zona. No sabemos si hay gente encerrada o si los que hay son infectados.- respondí.

-¿prefieres comer desperdicios o incluso nada? Tu mismo, pero yo tengo hambre y no creo que por un piso que exploremos nos compliquemos mucho la vida. Además, creo yo que hemos salido del radio de exploración ya.-

 -No se yo…bueno, vamos, pero como pase algo verás.-

Dicho esto, cogí el palo de fregona encontrado
-puede servir de lanza ¿no?-

María José afirmó con la cabeza mientras cogía la mochila y se acercaba al piso.

Suspirando brevemente, sabía que meterme en aquel piso nos podría  traer complicaciones, pero no había mas remedio. Teníamos que recoger provisiones para proseguir el camino.

Hacía dos semanas casi que habíamos dejado la zona segura de Getafe, la cual estábamos viviendo.
Vivir en Getafe nos dio alegrías cuando la infección empezó a crecer.
La base aérea militar, así como los cuarteles militares, sirvieron para crear una zona segura la cual englobó a miles de personas, no solo de Getafe, sino de ciudades de alrededor, como parte de Leganés, Parla, etc...
Nosotros, pese a que no toda la población fue alojada en ella, tuvimos suerte y fuimos de los primeros por vivir cerca.
 Como todos los que estábamos allí, a María José y a mí se nos había asignado un trabajo el cual no se remuneraba, pero a cambio, se ofrecía alimento, alojamiento y sobretodo, seguridad antes los infectados, que poco a poco se estaban haciendo con el mundo.
A ella se le asigno un puesto en un punto administrativo en el que se regulaba todos los documentos identificativos, así como medicamentos, alimentos suministrados, etc... de las personas en la zona segura. Sin lugar a dudas era un digno puesto en comparación con el que les había tocado a otras personas: limpieza de aseos comunes, cocinas, talleres,… y lo que se consideraba como uno de los peores puestos, exploración.
Exploración trataba de grupos de personas, las cuales eran dirigidas por militares (generalmente con bastante mala educación y  mal genio) que eran llevados a zonas donde se creía que había menos movimiento de infectados para ir recolectando alimentos que aún había.
Parece fácil esa tarea, pero cuando se les pasa un informe de estadísticas y balances  a los altos cargos que dirigen la zona segura, y se observa el déficit de espacio, gastos de cuidados, etc.… se asigna al siguiente grupo, se les saca a explorar y simplemente, no  vuelven. Los militares cuando vuelven de esas exploraciones, alegan en el informe que no se pudo hacer nada, que se les echaron encima,.. y te hace pensar quienes serán las próximas bajas en la zona.

Es lo bueno de tener a María José en ese punto administrativo…algunas veces, se entera de cosas que si supieran que lo sabía, sería una de las siguientes “exploradoras”
En cuanto a mí, por mi pasado laboral antes de la infección, se me adjudicó un puesto de revisor en los almacenes de alimentación que abastecían la zona segura. No me puedo quejar. Tenía mucho control sobre lo recolectado en las exploraciones y sin quererlo, pronto empecé a coquetear con los bajos fondos que se movían por la zona segura.

Ciertas mercancías, como tabaco, wiskhys, bebidas alcohólicas, etc.… desaparecían y a efectos de albaranes de entrada de alimentos, no aparecían. El puesto de revisor de entradas requería una seriedad, atención y  el soborno en ese puesto  estaba a la orden del día, y como no, yo al final caí. Sabía que si no “dejaba” que pasasen esas cosas, acabaría un día en una bolsa de basura muerto.
Hasta cierto punto  yo mismo pude beneficiarme de esas cosas, quedándome con alimentos que a María José le gustaban. Creo que en cierto modo, los demás revisores también lo hacían, pero ninguno lo comunicaba. Eso si, que no te pillasen, ya que todo esto estaba castigado severamente.
Creo que María José y yo teníamos suerte en la zona segura, hasta que un día todo empezó a torcerse para los dos.

Todo empezó en la celebración del aniversario de la zona segura. Ese día se montó una fiesta en las carpas centrales ubicadas en esta.
María José estaba muy emocionada por bailar esa noche. Yo, accedí porque sabía que ese día para ella era muy importante, pese a no gustarme los bailes.
Se puso un vestido rojo que adquirió a una chica que también estaba en la zona donde teníamos nuestras habitaciones.
Radiante con él, fue la estrella de la noche. Decenas de miradas se centraban en ella.
Bailamos hasta que decidimos darnos un pequeño descanso. Fue cuando fui a por un refresco para mí y para ella.

Cuando volví con ellos, un escalofrío me recorrió por el cuerpo.

Junto a ella, Ivi Lopez, un sargento recién ascendido, y no por sus logros, junto a otro militar joven, intentaban acercarse a María José, la cual intentaba quitárselos del medio. Estaban borrachos
Me acerqué a ellos para sacar a María José de ahí, pero uno de los militares me apartó mientras escuchaba una última frase del sargento hacia María José.

-es que no sé como puedes estar con ese tonto. Creo que lo que tu necesitas es que te metan un bu…- el tortazo de María José fue instantáneo y seguro que doloroso

Rápidamente, empujé al militar cayendo este encima de Ivi Lopez. La cogí de la muñeca y la saqué de la carpa. Una última mirada hacia Ivi Lopez, lleno de rabia y a la vez vergüenza por el tortazo recibido delante de la gente, que esto no acabaría ahí. Estábamos condenados

-Joder…era ese maldito del Lopez, ese Lopez, joder-

-y que quieres que haga, ¿dejarme hacer lo que quisiera él? Perdona pero ni aunque fuera un modelo famoso me dejaría hacer nada-María José tenía un carácter fuerte y no se dejaba pisar por nadie.

-Espero que no se quiera vengar o algo parecido- hablé bajito mientras volvíamos a nuestra zona de habitaciones

Demasiado tarde. En la primera esquina que cruzamos de las casetas que actuaban de oficinas, economatos, talleres, apareció Ivi Lopez y detrás de nosotros, el  otro amigo suyo

-vamos a ver como se porta ahora el tontito. ¿Sabes? Creo que te tengo manía desde que me día cuenta la novia que tenías. Pero tranquilito que se te van a quitar las ganas de tenerla hoy mismo-

De pronto, sacando una pequeña porra, la cual llevaban los militares dentro de la zona segura por si había algún altercado, se acercó mientras el otro militar se acercaba por detrás de nosotros e intentaba agarrar a María José.
No sé como ocurrió todo. Fue cuestión de segundos. Parecía una pesadilla. Como si de una película de acción se tratase, María José sacó de su pequeño bolso un cortaúñas punzante, el cual clavó en el cuello del militar. Ivi Lopez, viendo esto, se quedó durante un instante parado, hecho que aproveché para embestirle como si fuera un jugador de rugby, con tan mala suerte (o buena en ese momento para nosotros) que cayó al suelo y se golpeó la cabeza con el escalón de hormigón de la puerta de un taller.

 Estaba muerto y su compañero también. Estábamos condenados.

Rápidamente, María José y yo dejamos los cuerpos en una zona de concentración de basuras cerca del taller  y rápidamente, nos fuimos a la habitación donde recogimos algunas cosas y nos cambiamos. Sabíamos que tarde o temprano se darían cuenta de lo ocurrido y ya en la carpa se había visto nuestro enfrentamiento con ellos, por lo que seríamos los primeros acusados. Además, que la zona segura tenía oídos y ojos por todas partes, por lo que debíamos dejar la zona segura de Getafe lo más pronto posible.
Aún no me lo creía. En cuestión de segundos, nos habíamos cargado a dos militares. No pudimos dormir esa noche. María José, llorando mientras que yo, abrazándola fuertemente a mi pecho, pensaba la mejor manera de salir y así, entre unas ideas y otras, decidimos que la mejor idea sería por la basura.

Sobornando a un conocido que ejercía de revisor de control de salidas de basuras, pudimos salir María José y yo en el segundo camión de la mañana, en cuanto el sol apareció y se dio vía libre para que salieran los camiones de basura.

A partir de ese momento, sabíamos que sobrevivir, no sería fácil.

martes, 23 de agosto de 2011

LOS INFECTADOS_CAPITULO 1


Mi corazón palpitaba estrepitosamente. Tenía la sensación de que se escuchaban los latidos que notaba en todo mi cuerpo. Acurrucado, abrazando a María José entre dos coches, esperábamos pasar desapercibidos ante el infectado que nos seguía. Una situación que últimamente estábamos viviendo muy a menudo.

Habíamos pasado por una calle donde había un pequeño comercio de alimentación. A simple vista no parecía haber peligro alguno. Una simple exploración al comercio, recoger las provisiones necesarias y seguir el largo camino.

María José se quedó cerca de la puerta, para avisar ante un posible ataque o trampa por parte de los lugareños que aún sobrevivían como nosotros por la zona. Los robos y ataques a otros grupos en estos últimos días habían crecido y no nos gustaría acabar antes de tiempo.

Sobrepasé el umbral de lo que era la antigua puerta. Cristales rotos por el suelo, señal de haber sido saqueada con anterioridad, me  hizo pensar que no habría ya alimentos para nosotros. Pero no había que perder la esperanza en estos tiempos, o acabarías mal.
Crucé la caja y observé el final del pasillo central el cual estaba delante de mía. Pese a estar oscuro, no se escuchaba ruido alguno.
Seguí hacía delante.

El comercio, se basaba en tres pasillos, dos cajas registradoras y la parte trasera, seguramente compuesta por alguna habitación o sala para personal, cámaras para la alimentación refrigerada o congelada y seguramente, como solía haber, una puerta trasera de emergencia.
Mi intención no era llegar al final, pero sí ver todos los pasillos posibles.
Observé las estanterías. Nada. Todo destrozado o caído por los suelos. De vez en cuando se observaba alguna cucaracha aparecer y desaparecer por debajo de la misma estantería.

Llegué al final del pasillo. Miré a los dos lados y no observé nada. Podía seguir.
A mi derecha, una esquina con una puerta, a la que atribuí que sería el cuarto para personal, ya que el cartel de “SOLO PERSONAL AUTORIZADO” me lo hacía pensar.
-No lo veré- pensé para mí mismo.

Podría ser una mala idea el abrir esa puerta y encontrarme con uno de esos, por lo que me decanté por el lado izquierdo, donde estaba la zona de legumbres y latas y la otra puerta que daba a la cámara de refrigerado y congelado autorizada solamente para el personal.
La luminosidad del local brillaba por su ausencia en esa zona. Solo veía reflejos de la luz de salida y a María José de vez en cuando asomándose

-¿estás bien?-
Me giré para responderla con tan mala suerte de dar con el brazo a un paquete de garbanzos abierto que cayó de golpe al suelo
-Joder, que paleto- pensé
-¿pasa algo?- habló María José alarmada ante el ruido.
-Nada, no pasa nada he tirad...-
Algo interrumpió mi respuesta.

En la cámara de refrigerado se escuchó un estruendo de golpes y cosas caerse. Algo había dentro y sinceramente, no me quedaría a ver que es.
Rápidamente, dejé de explorar el comercio y fui a la salida a velocidad, con tan mala suerte de resbalar con el mismo paquete de garbanzos que había tirado. El golpe fue bueno.
Los ruidos eran cada vez mayores.

Me intenté levantar clavándome algo en la mano de apoyo. L miré y observé una raja de la que emanaba sangre
-CUIDADO, HAY ALGO- grité a María José que rápidamente entro para ver mi estado por si necesitaba ayuda.
Vi que se ponía al principio de mi pasillo y de pronto, puso una cara de susto.

Esa cara me transmitió todo. Sabía que fuera lo que fuera, ya estaba casi detrás de mí. No me giré, sino corrí hacía la salida donde María José me gritaba que saliera.

Una sensación como que se te van las fuerzas del miedo y paralización de todo tu cuerpo se estaba empezando a apoderar de mí, pero no podía dejarme llevar por ella. Si lo hacía, estaba perdido.
Los ruidos se aceleraban detrás de mí.

Justo cuando pasé por caja, agarré una pequeña estantería de esas que ponen golosinas y chicles, totalmente vacía y la derrumbé.
Salí con cuidado de no caerme por los cristales caídos en la puerta mientras veía un último vistazo al interior del comercio.
Suerte la mía de haber tirado esa pequeña estantería.
Este  hecho hizo que esa cosa no me atrapase. Cayó y estaba empezando a levantarse.
-Vamos, vamos-
Corrí hasta donde María José, que ya se encontraba cerca de la carretera y en medio de dos coches  destrozados por una colisión.
Me acurruqué y la abracé.

-Debemos salir de aquí. Si hay uno es que cerca hay más. Además, desde hace rato creo que nos observan- me comentó en voz baja levantando su vista hacia los edificios y casas colindantes de la carretera.
-Creo que te voy a hacer caso...- no llegue a terminar la frase. Lo que me seguía en el interior del comercio había salido y emitiendo un breve gemido como si de una llamada o aviso se tratase, empezó a seguir los pasos que habíamos realizado.

Algunas veces me he llegado a plantear, si una vez te infectas, te mueres…te conviertes en uno de ellos, algo de tu pasado, de tu interior, sigue ahí. Yo creo que sí.
¿Comunicación? Creo que también, pero de manera muy instintiva, aunque lo que más les llama la atención, es el sentido olfativo. Se basan en el olor. Cualquier olor a “vida” que noten, y saben que estás ahí y está, era una de esas ocasiones que confirmaban mi pensamiento sobre ellos.

Sin pensarlo dos veces y siempre agachados para no ser observados, fuimos dejando nuestra cobertura provisional entre los dos coches y buscamos el siguiente coche parado en la carretera.

Sabía que entre cobertura y cobertura seríamos visibles ante su vista, pero me daba igual. Si llegábamos a la siguiente esquina le perderíamos de vista.
Hasta que por fín llegamos a esta.