martes, 24 de junio de 2014

Empezamosa trabajar en la novela de LOS INFECTADOS

Buenas noches "INFECTADOS"
Hacía tiempo que no publicaba nada por estos lares. El motivo, ni mas ni menos que el empezar a trabajar en la novela de "LOS INFECTADOS" para empezar a revisarla y posteriormente presentar a editoriales. Como bien sabéis, mi gran sueño es ver publicada mi obra con alguna editorial ( mi favorita es una cuyo nombre no voy a pronunciar, pero..soñar es gratis ¿no?)
De momento y por recomendación de muchas personas, he optado por anular "provisionalmente" todos los capítulos aquí subidos, excepto los diez primeros capítulos, ya que el dejarlos aquí, puede llevarme a tener posibles problemas con editoriales si lo presentase y lo quisieran aceptar.

Quiero agradecer a todos los seguidores y lectores de mi historia y el apoyo recibido por mucha gente.

Espero poderos dar una historia totalmente completa y terminada, digna para vosotros dentro de poco. Para ello, incluso necesitaré algunos lectores 0 que si quereis podeis ser vosotros. Para ello solo teneis que solicitarlo en la página de LOS INFECTADOS en Facebook.

Esto no es un adiós, sino un "hasta luego"

martes, 21 de agosto de 2012

LOS INFECTADOS_ZARAGOZA "Z" (CAP. ESPECIAL 2)


Me cambié de ropa y me aseé como pude en los baños de mujeres. Había un silencio sepulcral de tal intensidad que todo lo que ocurrió en estas semanas me pareció una pesadilla. El contacto con el agua me ayudó  a sentirme mejor; estos días de comer a base de chocolatinas y agua me habían hecho perder unos kilos.

Estaba afeitándome, cuando me hice un corte en la mejilla y me obsesioné de tal forma que de tanto lavarme y restregarme con una toalla, la cara se me puso tan roja que me hizo sacar las mejores carcajadas… que acabaron apagándose para dar paso a las lágrimas.  ¿No era de locos todo lo que estaba pasando?

Dormí en unos sofás que había en medio del pasillo que tenía varias ventanas que daban a la ciudad de Zaragoza. He dicho sofás porque durante la noche me estuve despertando por ruidos en la calle y asomándome con precaución para no delatarme y cada vez que lo hacía me cambiaba de sofá. Ahí estaban, paseándose por la negra noche donde ya no había luces, pero sus siluetas vagaban de un lado a otro buscando cómo alimentarse, apoderarse del cuerpo de algún desgraciado y destrozarle como pasó cuando huía de mi casa.

Escuché un disparo en la lejanía. Fue en unas de las veces que cambiaba de sofá y el sonido recorrió mi cuerpo en forma de escalofríos y acompañados por el sentimiento de miedo. Mis labios comenzaron a temblar y como un niño pequeño me acerqué de nuevo a las ventanas. Miré todo el tiempo el patio de mercancías y el callejón pero no vi nada especial. Pensé en bajar al supermercado y trazar un plan para moverme y buscar a otros como yo.

Absorto aún con el pensamiento de irme no me percaté de que una de las puertas estaba abierta. Corrí por el pasillo nada más darme cuenta para bajar y averiguar cómo estaba la situación. Por el camino resbalé por culpa de los azulejos pero no llegué a caerme. Recuperé rápidamente el equilibrio y bajé las escaleras sin olvidarme de saltar en un rellano para ahorrarme unos escalones. Saqué del bolsillo una linterna que antes de subir a las oficinas había cogido de la tienda.

Tenía el corazón a punto de salirme por la boca y esto alimentaba mi desasosiego cada segundo que se sumaba a mi posible final.

- ¿Final? Vamos Ángel – Me animé a mi mismo – Eres estudiante de psicología y siempre has tenido autocontrol.

Paré en seco en medio del supermercado, aunque sentía mi propio pulso y escuchaba cómo mi respiración se aceleraba por momentos.

El silencio seguía acompañándome y mi sensación era que esta misma noche me estaba traicionando. Su mudez y la duda de saber si una de esas cosas me vigilaba entre un estante lleno de televisores para saltar sobre mi y devorarme me tenían en vilo.

La poca luz que había entraba por las ventanas y de la linterna que aún tenia en mi mano. La tenía sujeta con firmeza pero a pesar de ello temblaba.

De repente, de un lado del lineal salió una mujer mayor gruñendo como un perro. Su brazo izquierdo no estaba colocado en su sitio como debería ser, pero no podía impedirle que me mordiera.

Comenzó a acelerar el paso hacia mí cuando orienté la luz sin querer enfocando su cara. Estaba a escasos metros de ella y solo se me ocurrió coger un televisor pequeño y lanzarlo con tanta fuerza que sólo la hizo desequilibrar un poco. Hacer lo mismo que hice con Esther no iba a funcionar, así que sólo me quedaba la oportunidad de correr de nuevo y salir de ahí.

Llevaba unos zapatos de tacón bajo, así que podía escuchar sus pasos detrás de mí pero le costaba mucho alcanzarme. Me metí entre los lineales de electrodomésticos y me detuve un momento para localizar a mi depredadora. Su gruñido podría atraer a los que estaban fuera y no me apetecía ser la cena de nadie.

Entre las neveras me di cuenta de que estaba al otro lado intentando localizarme. Aproveché para tirar una de las neveras, intentando que cayera sobre ella para bloquearla. Sus gritos tenían que parar de una vez por todas. Quería acabar con ella de una vez e incluso acabar con toda esta pesadilla y volver a estar en mi piso estudiando para el examen de psicología social.
Me subí sobre la nevera que aún estaba encima de la señora. Tenía una fuerza descomunal pero podía mantenerme sobre la nevera, aunque parecía un surfista subido sobre su tabla cogiendo olas en las costas cántabras.

La mujer se movía tanto para quitarse de encima la nevera que me tiró hacia un lado dejándome en el suelo. La linterna daba vueltas en el suelo alumbrándonos con un efecto intermitente y sentado comencé a recular buscando algo para defenderme de la mujer mientras la veía venir arrastrándose con intención de agarrarme un pie con su única mano.

Palpé un objeto que podía coger con la mano y no dudé en estrellarlo en su cabeza. Se hizo pedazos y me di cuenta, cuando me quedé con el asa en la mano, de que era una jarra. Giré y pude ver que estaba en una balda llena de jarras de todo tipo. La linterna dejó de dar vueltas en el suelo y la alumbraba a ella. Era la ocasión de acabar con la mujer que se volvía de nuevo hacia mí.

Me sentí como un alemán en la Oktoberfest cogiendo dos jarras inmensas. Cuando le tiré las jarras la mujer siguió avanzando pero me dio tiempo a levantarme. Cuando caminé unos pasos de espalda, sin quitarle el ojo de encima, me di cuenta del extintor que colgaba en una columna. Rompí su cabeza con él. La mezcla de su pelo plateado con la sangre y restos de hueso craneal cruzó mi mente como si fuera un cartel luminoso de publicidad. Recogí la linterna del suelo y luego dejé caer el extintor al suelo.

No podía soportarlo más, estaba a punto de explotarme la cabeza. Tenía el pelo totalmente mojado de sudor y mi frente retenía algunas gotas que no bajaban hacía mis cejas, como si también se hubieran asustado por la experiencia pasada.

Comencé a andar hacia el local donde estaba con Oliver antes de quedarnos atrapados en el almacén. La linterna seguía funcionando y fui caminando por los lineales para llegar a mi destino, donde me esperaban la mochila y los alimentos para salir de aquí. Un sonido me puso los pelos de la nuca de punta y apresuré el paso. Estaban entrando por la tienda y no me quedaba otra que escapar de ahí. El único plan que veía factible era bajar al parking pero no sabía si tenía escapatoria desde ahí.

Cogí la mochila y metí varias latas de comida. Me acordé de la radio y de una palanca que había cogido con anterioridad. Cuando ya me colgué la mochila oscura a mi espalda salí al pasillo para mirar si estaban cerca. Podía escuchar sus pasos de un lado a otro; en la pared de enfrente estaba la puerta para llegar a las escaleras. Corrí a toda prisa y abrí la puerta con fuerza.  

No hice ningún tipo de pausa y bajé escaleras abajo para llegar hasta el parking. Antes de empezar a bajar escalones como un poseso pude oír que los pasos se aceleraban causando un eco terrorífico en el pasillo central.

El primer coche, de color blanco, tenía las puertas cerradas. Una furgoneta estaba abierta de par en par así que entré por la parte de atrás cerrando lo más rápido posible todas las puertas. Era la furgoneta de la floristería y las llaves estaban puestas en el contacto. La cabina de transporte de mercancías no tenía ventanas y había algunos sacos de tierra. Me tumbé sobre los sacos y cerré los ojos con fuerza. Sé que esta acción me impediría salir de esa escena llena de peligro como quería pero la suerte ya estaba echada.



Las bestias no se asomaron al parking. Estaba a oscuras en la furgoneta y la falta de sueño me pasaba factura. Estaba muy cansado y quería trazar un plan para salir de ahí pero era como luchar contra una ola y perder las fuerzas.

1ER ANIVERSARIO de "LOS INFECTADOS"

Hace un año empecé este relato que en un principio empezó como un proyecto personal, el cual quería compartir con todo el mundo que se animase a seguirlo una historia ambientada en un futuro apocalíptico en el que los zombies ( al que llamo en el relato "infectados") dominaban todo.
Desde entonces he obtenido varias felicitaciones y pese a que sé que no soy un profesional escribiendo, poco a poco voy cogiendo más confianza con las letras y más organización a la hora de narrar.

Quiero dar las gracias desde aquí a mi pareja, Mª JOSÉ, que me ha apoyado en todo momento, a MANEL LOUREIRO por su gran trilogía "APOCALIPSIS Z" y CARLOS SISÍ, por su trilogía "LOS CAMINANTES" los cuales me hicieron engancharme por completo a la lectura "Z", a JUAN MANUEL MARTINEZ ZURITA, del blog ZOMBIES  (que os animo a que sigais) que me dio el gran empujón para crear el blog, a todo el mundo que me ha visitado hasta el día de hoy (unos 11200  visitantes) de los que he sacado fuerzas para seguir escribiendo y también a mi gran colaborador en el blog, CHABI ANGULO HERNANDEZ, que en estos últimos meses me ha apoyado muchísimo tanto con sus grandes ideas como sus capítulos especiales ( ZARAGOZA Z) para poder hacer de LOS INFECTADOS más que un proyecto personal.

Espero seguir haciendo más grande el relato, que siga teniendo el exito como el que ha tenido en este tiempo y  sobretodo, que todo el mundo disfrute con la lectura y se aníme a colaborar con el blog y a opinar, ya que gracias a vosotros, esto mejora cada día.


MUCHAS GRACIAS "INFECTADOS"


viernes, 20 de julio de 2012

LOS INFECTADOS_ZARAGOZA "Z" (CAP.ESPECIAL 1)

Hace unos días comuniqué por FACEBOOK la colaboración en el relato del escritor Chabi Angulo Hernandez ( 74 Brisas de la luna y Poemas de Jazz) aportando capitulos especiales al relato "LOS INFECTADOS"
Estos capitulos especiales, se desarrrollan paralelamente a lo acontecido en los demás capitulos pero en un escenario distinto:  ZARAGOZA

Desde aquí dar las gracias a Chabi Angulo por la gran aportación al relato, que poco a poco va cogiendo más aceptación entre los seguidores.

Ahora, toca que lo disfruteis vosotros y que opineis sobre ellos.

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               "Sólo se ve bien con el corazón; lo esencial es invisible a los ojos”.
                                                                     El principito (Antoine de Saint-Exupéry).



Hay que hacer pausas y reflexionar antes de cometer una atrocidad en el camino. Esos momentos, erróneos, son los que siempre se quedan tatuados en el cerebro para el resto de tus días. Un sabor, un olor, un lugar que has visto, el tacto de algo suave o escuchar alguna pieza clásica que pueda relajarnos y llevarnos al punto de inicio...

Pero hay cosas invisibles que notas con las miradas o escuchando un debate. Esas inmundicias que te hacen erizar los pelos de la nuca y que sientes que son pura maldad. Te callas, como mucho carraspeas esas palabras sucias que están haciendo hervir los cinco litros de líquido rojizo que pasan por tu cuerpo y prosigues con otro tema o te alejas como gato del agua.

Hoy, después de la gran infección, tuve que cambiar y añadir uno de esos tatuajes en mi mente. Llevaba días callándome y a sabiendas que podría pasar algo en este cuchitril, como una crisálida, eclosionó mi violencia acabando con mi compañero.


Él era uno de los empleados de este lugar. Cuando yo huía de las garras de un policía enloquecido por probar mi carne, él cerró la puerta del centro comercial donde trabajaba en el momento de la pandemia. Estuve pidiéndole a través de la puerta que me la abriera.

No tenia este machete, era un ser frágil, inocente… diría incluso, en mi contra, que siempre estuve protegido por mi madre. Mi madre… a saber dónde estará ahora.

Casi podía sentir el aliento de ese ser en mi nuca cuando la puerta se abrió y con las quejas del seboso de Oliver salve mi vida.

Pasaron minutos y dentro del centro comercial no se oían sino los ruidos de ese ser ansioso por entrar y convertirnos en su banquete particular. No se rendía dando sacudidas fuertes a la puerta. La entrada es un pasillo que va colmado de cuadros de algún pintor contemporáneo y no se escuchaban sino los sonidos desesperados del policía.

Mientras tanto estuvimos días deambulando por el lugar y cerramos cada puerta que daba al exterior. Oliver no hacia sino quejarse de todo. Por las noches le oía lloriquear. Siempre pronunciaba el nombre de Esther Padilla.

En los pequeños locales no había ninguno de esos cadáveres andantes pero en el supermercado sí había una mujer. Estaba encerrada en una cabina con una cristalera muy grande. Su cara estaba desfigurada y de cintura para arriba estaba desnuda. Prácticamente tenía puesto una falda azul con un cinturón pequeño de cuero. Su pelo estaba ya seco y apelmazado a causa de la sangre. Este último ya era oscura, seca y dejaba manchas en sus pechos como si le hubieran tirado una gran taza de café.

Daba golpes en el vidrio con la cabeza y dejaba manchas. Nos quedamos mirándola y observamos que la puerta, única que daba al cubículo, estaba cerrada con llave.

Oliver se puso nervioso y yo estaba como extasiado mirando como una mujer, por primera vez en mi vida, me deseaba. Irónico, ¿verdad?

Oliver me empujó para llevarme hacia el supermercado. Los golpes se escuchaban desde dentro de la cabina.

- Te buscas la vida amigo. Aquí el rey soy yo hasta que nos rescate el ejercito – Me explicaba mientras miraba los productos lácteos de una nevera del supermercado.

No le respondí, caminé por otro pasillo y pude localizar la sección de bazar. Había muchos blisteres bien colocados de herramientas. No pensaba sino en defenderme y la regla de oro era estar alejado de esas bestias.

De repente, me apoyé en el primer estante que estaba cerca de mi y no pude contener una arcada.

Oliver se acercó con las manos ocupadas con dos cestas de compras llenas de comida.

- jajaja, serás imbécil. Eres un puto cobarde – Se burlaba mientras dejaba las cestas en el suelo.

Le sonreí aun mirando mi propio vomito. Comencé a odiarle. Me estaba acelerando mi corazón con solo sentir su presencia y mi estomago hacia ruidos gástricos como si sentenciara su imagen con un nuevo vomito. Su olor se introducía en mis fosas nasales como un gas maloliente y nauseabundo.

El tipo siguió buscando lo que más le gustaba del supermercado pero yo, no. Primero quería saber defenderme de esas cosas porque tenía la suficiente comida hasta que llegara el rescate.

Cuando ya me repuse levanté la mirada y en el mismo estante había una radio. Eran de esas pequeñas de color gris que van con pilas y que los abuelos llevan a la plaza del barrio para escuchar el futbol.



Cuando salí de mi casa, antes de todo esto, recuerdo como estaba la calle. La gente corría de un lado a otro intentado salvar sus pertenencias por el estado de alarma que había y de repente se escucharon gritos que se mezclaron como si una bandada de pájaros piaran y uno fuera un buitre.

Mucha gente conseguían introducirse en los vehículos por seguridad pero estábamos los de a pie, congelados y mirando de un lado a otro de la calle. Dos tipos caminaban mirando hacía cada uno de nosotros. Parecían dos tigres escogiendo sus presas y éstas no daban crédito a lo que veían. Aun estaban a una distancia. Se anunciaban en la televisión como producto de un virus pero no lo tenían claro aun. Lo que vimos eran dos policías que no paraban de gruñir. Uno de ellos tenía el cuello desgarrado como si un perro enorme le clavara las fauces y arrancara sus carnes.

El otro no tenía nariz. Me costó mucho fijarme pero su labio superior y su nariz no se veían e imagine a dos policías arrestando un lunático que pretendía morder a una tercera persona. Les atacaría sin dudas ni remordimientos y estos dos no se lo esperaban.

La primera victima en caer fue un chaval con bicicleta y mochila. No le dio tiempo el reaccionar aun teniendo los pocos segundos que nos regalaron esos monstruos. Una mujer con un bebe en los brazos intentaba desesperadamente entrar en alguno de los coches donde una familia lloraba. La mujer del interior tapaba la cara de una niña de siete años que lloraba y el conductor, imagino que el padre, gritaba.

La mujer me miró viniendo hacía mi pero el otro policía la alcanzo saltando desde el capó de un vehiculo que hizo caer a la mujer al suelo.

Recuerdo correr sin mirar atrás la gente gritaba y salieron de todos lados. Lo que no me di cuenta es que una de esas bestias me seguía hasta que llegue al centro comercial.



Ahora… ahora tengo estos recuerdos. Estos son los comienzos de mi historia y estoy delante del cadáver del malnacido Oliver. Su cuerpo está lleno de sangre y yo… Dios mío, he matado.

Acabé con esta lacra que tenia la sociedad. Pero que estoy diciendo, ¿sociedad? ¿Dios?

No hay nada. Se acabo. Nos hemos destruido a nosotros mismos jugando a ser dioses y resulta que encima nos matamos entre nosotros.

No podía con sus mentiras. La gota que colmó todo esto es que la famosa Esther Padilla que nombraba en sus sueños era la chica muerta que estaba en la cabina. Esa pecera donde la mujer estuvo encerrada pertenecía a la lotería del estado. Era una cajera del supermercado que Oliver siempre acosaba y cuando llegó la pandemia ellos se quedaron encerrados… dijo él. Mentira, todo era una gran farsa para engañar a la chica.

El seboso intento violarla y con el forcejeo la mató. En unos minutos despertó pero convertida en una de esas cosas. Por eso se ponía nervioso cuando la escuchaba, cuando pasábamos a buscar más víveres y quiso acabar con su existencia pero algo salió mal.

Se nos fue de las manos pero pudimos escapar metiéndonos en ese cubículo maloliente donde no parabas de quejarte. Gracias a este lugar tan pequeño y sin nada de comer salvo una maquina de chocolatinas hablaste de tu crimen. No se como conseguiste convencerme para que acabáramos con ella pero ahora aporrea la puerta intentando vengarse. Todo se paga en este mundo Oliver, todo se paga.

Cuando lo confesaste no sabíamos cuanto nos quedaba de vida. Salió de tu boca como puñales afilados hacía mí. Eso no estaba nada bien.


Frente a mi hay un espejo y puedo verme. Oliver esta tirado en el suelo con la garganta abierta. Con tanta sangre no se si se ha ahogado en ella o desangrado como un cerdo.

Tengo barba, nunca me la había dejado tanto y mi camisa azul, sucia y con manchas de sangre esta para tirar. Los pantalones vaqueros negros que tengo están desgastados pero pueden aguantar una buena temporada. Mis ojos… nunca olvidaré esa imagen que me atormentará el resto de mis días. El machete que tengo en la mano no quiero soltarlo. Lo cogí del supermercado cuando planeamos matar a Esther. Bueno, lo que era ahora esa mujer.

Un ruido me alertó apartándome del cadáver de Oliver. Con movimientos bruscos intentaba ponerse de pie y emitía pequeños gruñidos. Me estaba poniendo más nervioso de lo que ya estaba. No podía esperar. Debía matarlo de inmediato.

La zombi que estaba fuera aporreaba más la puerta y de repente, Oliver giro lentamente como si despertara. Apoyó las dos manos para levantarse y me miró. Su cara estaba totalmente llena de sangre pero sus ojos eran diferentes.

- ¿Oliver? – Interrogué con un susurro temiendo lo peor.

Gritó y se disponía a saltar sobre mi si no fuera porque no dude en cortar una de sus manos. Me desplacé hacia un lado y observe como la criatura volvía a levantarse. No quería rendirse y no podía permitir que me mordiera. Seguía un instinto animal como si hubiese retrocedido en el tiempo.

- Lo siento de veras – Le dije levantando el machete sobre mi cabeza – descansa en paz cerdo.

El machete bajó acompañada por mi furia. El filo se clavó en su cráneo. Esa cosa ya no se movía. Este pequeño almacén se hacía más pequeño a cada segundo que pasaba. El olor de la sangre fresca se mezclaba con el hedor de todos estos días pasados.



Esther golpeaba la puerta con más ira. Creo que la monstruo quiere su ración. Debía salir de esa madriguera de la muerte y acabar con la mujer. Podría comer, asearme, cambiarme de ropa e incluso empezar la búsqueda de soluciones.

Creo que no se lo esperaba. Abrí la puerta y con rapidez clavé mi arma en su estomago. Seguía intentando cogerme con sus manos alargándolas lo máximo posible.

Le asesté una patada y cayó al suelo. Era mi oportunidad, nuevamente le propiné una patada para que no se levantara y luego, como con Oliver, maté a la mujer.

Miré a mí alrededor y no había nadie. Claro que no había nadie. Posiblemente sea la última persona en el mundo.

Ahora tenía que descansar y mañana será otro día.

lunes, 10 de octubre de 2011

LOS INFECTADOS_CAPITULO 6

¡ cuidado Tosso!-

El grito le hizo ver la gravedad de la situación y lo que se le caía encima si no seguía corriendo con todas sus fuerzas.

-No puedo de veras Diogo-

-Corre joder…no puedes dejarte pillar-

Tosso miró hacía atrás.

Unos treinta infectados al menos corrían enfurecidos detrás de ellos para saciar su sed de carne.
Había infectados que no daban ni dos pasos bien….pero otros, como si estuvieran poseídos por una fuerza sobrehumana, emanaban una ira la cual les hacía ser rapidos y letales.

-Venga..tio…vamos que se nos echan encima. Estamos cerca de esa gasolinera…pillaremos cobertura ahí-

-Diogo, los tengo encima, echame una mano o algo-

Un infectado, de al menos 1.80m de estatura, con un traje rasgado y lleno de polvo, era el mas cercano a Tosso. Tenía los ojos enrojecidos y su rabía para atraparle aumentaba conforme veía que su distancia disminuía.

Le tenía a menos de un metro cuando un desnivel en el asfalto le hizo caer al suelo.
Tosso siguió corriendo hasta llegar a la gasolinera sin saber que éste ya no le perseguía.

-Corre tio…corre-  Diogo le esperaba ya en la puerta de la tienda de la gasolinera mientras tenía en otro lado un pequeño madero para atrancar la puerta y mantener a los infectados ocupados mientras veían alguna salida de emergencia.

Al momento, habiendo atrancado la puerta, observaron rapidamente el interior de la gasolinera.

Estanterias caídas, ningún alimento y lo que había de peluches, revistas, etc… no estaba ya apto para lo que antes valían. Sencillamente, había sido ya saqueada.
Tosso y Diogo observaron entonces los golpes fuertes de los infectados en las puertas y cristaleras del escaparate. ¿Cuánto aguantaría al asedío?

-Vamos Diogo, echa un vistazo a esa puerta mientras miro yo los servicios. Tenemos que ver algún sitio para salir de aquí rápidamente. No me gustaría acabar en manos de esos podridos en esta maldita gasolinera.

-ok, tio. Ya sabes, si hay algo que necesites, pega un silbido o grito.-

Diogo fue con cuidado y abrío por completo la puerta entreabierta , la cual imaginaban que sería la zona de personal, almacén de la tienda y posible salida de emergencia.
Todo estaba oscuro. Hacía tiempo que nadíe pasaba a esa habitación y por el olor a humedad y cerrado que había todo indicaba que no encontraría muchas salidas.
Fue tocando por las paredes y con la poca luz que penetraba por haber abierto la puerta, observaba con cuidado si había algún infectado.

De pronto, un golpe fuerte, provocado por los infectados que había en la puerta y que empezaban a golpear con más furia el escaparate de cristal , le alertó. No podía seguir yendo tan despacio. De golpe, topó con una escalera vertical que subía a la azotea.

-Tosso ven para acá- Pero Tosso no respondía

-¿Tosso?- Diogo se alarmó de pronto.

- Si…ya estoy. No he encontrado salida cerca de los servicios y la única ventanita tiene unos barrotes tremendos.

-He encontrado una escalera vertical. Puede que nos….-

Un sonido extridente hizo ponerles en jaque.

-aggggghhhhhh-

Acababan de entrar los infectados a la gasolinera e iban directos a donde estaban ellos.

-Sube Diogo….sube…no hay tiempo para pensar en nada-

No faltó mucho para que atrapasen casi el tobillo de Tosso antes de que subieran y atrancasen la escotilla que daba a la azotea.

Estaban en un momento crítico…miles de infectados rodeando la gasolinera y ellos sin poder bajar. Sabían que tarde o temprano, si no se dispersaban los infectados, empezarían a necesitar alimentarse y lo más fundamental, desidratarse.


Era primavera y ya empezaba a salir el sol, por lo en torno al mediodía , la presencia del sol hacía que los atuendos que llevaban Alex y Nico empezaran a hacerse notar.

Hacía unos días que habían dejado la zona segura de El Escorial, justo la noche en que cayó.
Un accidente grave  en el túnel de Guadarrama provocó que se desatase una oleada fuerte de infectados. Esta oleada se convirtió en masa conforme pasaban por los pequeños reductos de la sierra.

Todo fue tan rapido que cuando se quisieron dar cuenta, la infección había llegado dentro de la zona.

Alex y Nico, los  cuales habían sido destinados a esa zona después de lo ocurrido con sus amigos en el airsoft, tuvieron suerte y pudieron escapar. Desde entonces, escaparon al sur de la comunidad de Madrid, orientados por rumores que iban escuchando poco a poco de que los infectados eran menores allí y que desde allí se mandaban trenes con viajeros hacía Valencia o Lisboa, donde se decía que salían barcos hacia islas donde los infectados no existían.

Les acompaban en su viaje dos rifles de gran alcance que pudieron llevarse durante la caída de la zona segura de El Escorial.

-Alex tio..¿tu crees que son ciertas las historias que cuentan sobre Valencia y Lisboa?-

-No sé…en algo hay que creer. Puede que si o puede que no..pero si no lo intentamos, no tenemos esperanza alguna.

-el caso es que si se escuchan esos rumores, habrá mucha gente que como tu y como yo querrán..-

Alex le interrumpió el paso de Nico con el brazo.

-Mira la que se ha formado en torno a esa gasolinera…y creo que la causa es por esos dos tipos que hay en la azotea del local. Creo que están en un grave aprieto-

-tio…dejales y que se las apañen- le cortó rápidamente Nico mientras echaba una mirada profunda hacía los dos desconocidos. - Creo que son gente muerta…. Además que a nosotros no nos ayudaba nadie cuando nos cruzábamos con ellos. Incluso en una ocasión recuerdo cuando tu….¿Alex?-

Alex no estaba ya a su lado y había cogido posición para pegar un disparo.

Su intención no fue más simple. Pegó un tiro en un motor de un coche cercano a la gasolinera. La explosión fue tal que llamó la atención a muchos infectados, los cuales despejaron una parte de la gasolinera.

El segundo tiro fue un pelín mas lejano, en casi la misma dirección, para seguir despejando la gasolinera.

En  disparos, los desconocidos pudieron deslizarse por un borde y escapar hacía ellos.

A partir de ahí se formó el grupo de cuatro.

domingo, 25 de septiembre de 2011

LOS INFECTADOS_CAPÍTULO 5

-eh chaval… ¿estas bien?- una voz se oía como de fondo mientras recobraba la conciencia.

-Creo que ya se recupera…pronto veremos porqué sabían de nuestra existencia- habló otra persona

Tardé unos minutos en empezar a abrir los ojos y observar todo a mi alrededor: Un piso, muy parecido al que me metí en unas plantas anteriores y donde vi una de las escenas más asquerosas que he podido ver desde que tengo uso de la razón.  Lo único que este piso estaba lleno de cajas de cartón, latas apostadas en laterales y alimentos no perecederos.

-¿Qué ha pasado? Eh…esto ¿Dónde está María José?- exclamé esto último cuando recordé el último golpe que recibí mientras me levantaba, pero algo me impidió moverme: Estaba atado de pies y manos.

-joder...como hayais hecho algo a mi novia os mato-

La respuesta en forma de puñetazo no se hizo esperar.
Cuando levanté la cabeza de nuevo, vi como sangraba de la boca y me caía un chorretón de sangre al pantalón.

-¿Qué queréis de nosotros?- volví a preguntar pero esta vez más parado

-¿Cómo supisteis que estábamos aquí? Solo queremos pasar desapercibidos de los guardias de las zonas seguras colindantes.- habló un hombre alto, vestido de militar y con una cicatriz en la mejilla

Una voz me hizo sentirme mejor cuando entró en escena

-fue una casualidad, ya que no sabíamos que estabais aquí. Buscábamos comida porque nos hemos quedado sin alimentos- habló María José mientras yo la buscaba con la mirada.
Estaba semiatada en una silla, cerca de unas estanterías llenas de latas. No la había visto antes ya que me tapaba la vista un hombre vestido como de swat que en ese momento recordé que fue el que cerró la puerta de la habitación.

-Alex, Diogo, venir para acá- habló el hombre de la cicatriz.

Los tres hombres del piso, accedieron a una habitación colindante del salón  y entornaron la puerta. Al momento, salieron y uno se reía.

-Os vamos a creer, pero os aviso que cualquier tontería que hagáis o que nos ponga en peligro a todos y sabréis lo que es ser devorado por ellos, ¿capiche?- habló el de la cicatriz. – por cierto, no me he presentado. Me llamo Tosso y estos son Diogo y Alex- este último se acercó a María José y la desató.

Ésta, rápidamente y tocándose las muñecas en señal de dolor por haber sido amordazada, se acercó rápidamente e intentó desatarme

-tranquila. Como te hemos dicho, vamos a creeros, por lo que no temas…vamos a desatar a tu novio también jejeje- habló tosso con un tono burlesco.

Una vez desatado y comprobado tanto maría José como yo que no nos había pasado nada más que la hemorragia sufrida por los puñetazos recibidos empecé mi repertorio de preguntas.

-¿Quiénes sois y por qué estáis aquí?-

-Simplemente nos refugiamos. No pertenecemos a ninguna mafia, banda callejera de esas que se han formado últimamente ni a ningún destacamento de exploradores de esas zonas seguras o como las llamen- habló Diogo.

- y vosotros ¿Cómo llegasteis a nosotros?  ¿Sabéis que no habéis jodido todo el trabajo de al menos unas semanas?- habló Tosso.

-¿Qué hemos hecho mal? No sabíamos que existía este piso “franco” y sinceramente nos creíamos ya muertos si no llega a ser que abristeis la puerta segundos antes de caer presa de esos podridos infectados- exclamé

- Una  tarde que escapábamos de una banda formada por unos tíos con careta que nos querían  asaltar se nos ocurrió meternos aquí en el piso, con tan mala suerte de no saber que en el garaje de todo el piso, había un buen número de infectados los cuales habían encerrado para que no salieran.
Hicimos lo mismo que vosotros. Subir, subir con tan buena suerte que este último piso si estaba abierto.

Nos atrincheramos bien y permanecimos en silencio para no levantar sospechas. Aún así, esos tíos, rompieron el portal y sin saber lo que se encontrarían abajo, abrieron el garaje. Lo siguiente os lo podéis imaginar: oleada de muertos vivientes por todas las escaleras y la banda, o lo que quedó de ella, huyendo. Como consecuencia, nosotros encerrados y los muertos en la escalera.

-comprendo, en una ratonera-

-exacto chaval, creo que lo vas pillando. La banda no sabía que estábamos aquí, pero a estos infectados, supongo que por el olor, no se les engaña, ya que se fueron quedando en la puerta.-

Se acercó a una ventana medio subida y miró por ella.

-Nos costó tiempo y paciencia que fueran apareciendo más gente y que los infectados fueran desapareciendo de las escaleras… y justo, cuando creíamos ayer haberlo conseguido gracias a un grupo de personas que les llamaron la atención hacía unas horas, vais vosotros y los activáis de nuevo.-

-¿Cómo?-

-¿Cómo niñato?- respondió Diogo – yo creo que las persianas no se suben solitas… ¿o crees que no hiciste ruido cuando tuvisteis que observar el piso de más abajo?-

-joder...no había caído…- mi sensación de metedura de pata se ampliaba conforme pasaban esos minutos. Tanto tiempo esperando salir esta gente y yo por un momento de exploración, les había jodido todo.

-uffff de veras que lo siento...-

-ahora lo lamentarás en carne chaval... y tu novia también- la miró Diogo con una cara de salido.

- de veras, esto…tosso  , Diogo y …¿Alex?- miré a este último el cual no hablaba. Solo observaba.- decidnos y si podemos ayudar.

Tosso parecía ser el líder de los tres. También parecía ser el que mas genio tenía.
Diogo era más loco a la hora de actuar y no se sabía si podía reaccionar de mala manera dándome otro puñetazo  como los primeros que recibí al despertar o no. En cambio Alex, no parecía coincidir con el prototipo de persona que iba con estos. Parecía no encajar con ellos pese a haber estado encerrado aquí ese tiempo que decían.

-No pienso soportar aquí unas semanitas mas…y ver como nos pudrimos aquí los cinco.- habló tosso.

- creo que si que nos podéis compensar…al menos intentando salvarnos a todos. De hecho, está en vuestras manos..-

Se acercó a mi y mirando a Diogo y sonriendo me pasó el brazo por los hombros . No me gustaba nada esta situación, ya que me olía que peligraba, pero quizás el motivo por el cual empezaba a ponerme nervioso era más por maría José, ya que yo contra esos tres tíos, no podría hacer nada.

-chaval, asómate a la mirilla y dime lo que ves-

Me acerqué a la puerta; con un sudor pegajoso  abriéndose camino en mi patilla y cayendo hacia el borde de la mandíbula eché un vistazo por la mirilla: había quizás cinco o seis infectados arrastrando los pies y moviéndose lentamente de un lado a otro. En las escaleras, podía observar, pese a la poca luz que ya había en ella por el atardecer, al menos dos de ellos caídos y pisoteados, mientras que dos intentaban subir. De pronto uno de los que estaban mas cerca de la puerta miró y como si pudiese ver a través de ella empezó a acercarse lentamente.

-¿Cómo lo ves? ¿Abro la puerta y te mando con tu palito a matarlos? Nosotros no lo vemos muy claro y tu creo que tampoco. Además…estos no parecen que corran mucho pero imagínate si te pilla uno de esos que parecen poseídos…..entre la fuerza y velocidad, creo que no llegarías ni al tercer piso. De hecho nosotros no lo hemos intentado por eso.-

con miedo y desviando un momento mi mirada a María José, asentí con la cabeza.

-tengo otra idea y puede que tú o tu amiguita nos ayudéis-

Me metió a una habitación que había una ventana.

-Asómate. Creo que lo has visto ya antes-

No tuve mas remedio y me asomé. Allí estaba…el patio interior con los infectados y muertos caídos abajo….solo que desde este piso, el único que se distinguía bien era un muerto en el suelo con una sudadera roja.

Dos pisos más abajo había una ventana con la persiana subida.

-Como puedes observar, hay una ventana abajo y está medio subida. Si alguien pudiera ir bajando con cuidadito bien agarrado del tubo de desagüe que hay en la esquina del patio interior y se metiera en ese piso, con suerte llamaría más la atención de los infectados de la puerta, pudiendo nosotros poco a poco ir bajando por la puerta principal.-

-creo que vosotros estáis locos. ¿Os creéis que soy spidermannnnn- No terminé la frase. Tosso, con un gesto un poco agresivo, me agarró de la clavícula y metiendo un dedo en un punto frágil del musculo me hizo retorcerme de dolor.

-Creo que no estás en derecho de negociar…además, por suerte para tí no había pensado que fueras tú el que bajases por ahí sino tu novia. No creo que el tubo con tu peso pueda resistir mucho…en cambio ella…no supera los 62 kilos fácilmente….podrá deslizarse hacía abajo.

Esas palabras me confirmaron que nos iba a costar salir de esta.

jueves, 15 de septiembre de 2011

LOS INFECTADOS_CAPITULO 4


-El jurado ha decidido que el acusado es inocente-
Un golpe de martillo de madera se oyó en la sala mientras Alex y su cliente se estrechaban la mano.

-Otro caso ganado, Alex- le felicitó su secretaría que le había acompañado al juicio

-Lo sé, Silvia…lo sé.-

Alejandro, o como le gustaba que le llamasen sus amigos “Alex” era un reputado abogado de Madrid. 

Los demás abogados al principio le respetaban, ayudándole y acogiéndole en grandes bufetes como becario. Pero pronto despuntó y cuando se vio que todo juicio que tocaba, ganaba, los demás abogados empezaron a envidiarle y ponerle trabas. No era normal que un abogado, con tampocos años en el sector, se fuera haciendo con una cartera de clientes tan grande. Así fue como Alex, decidió hacer su bufete por su cuenta y seguir creciendo profesionalmente.

En lo referente a su vida personal, Alex tenía muchos amigos y amigas, y como consecuencia, una agenda apretada, por lo que su estrés crecía con rapidez. Para combatir dicho estrés, se buscó un hobby que le relajase: El airsoft

Los sábados y algún domingo, junto a otros conocidos, Alex se reunía en alguna finca, pueblo de la sierra  o algún edifico abandonado para hacer batallitas Disfrutaba, muchísimo y obtenía lo que quería: Relajarse.

Cuando todo el caos ocurrió, le pilló a Alex con sus amigos fuera de la capital. Ese fin de semana su club de amigos y él fueron invitados a una batalla en una finca cerca del Escorial contra otro club de airsoft. Al estar aislada la finca, no se enteraron al principio de lo que ocurría.
Estaban en plena batalla cuando tomaron por primera vez contacto con los infectados.

-Águila verde, ¿me recibes? cambio- Alex despegó su walkie de su boca mientras seguía apostado con su traje de camuflaje y su rifle de gran alcance en unos matorrales

-Águila verde….esto Ronie, ¿estas?, cambio-  desesperado habló

-Si, dime Alex, cambio.-

-¿no quedamos en que nos íbamos a llamar por el seudónimo y no por nuestros nombres? Llevo llamándote un buen rato. Lo suficiente para que mientras estuviera con el walkie-talkie me hubieran pegado un bolazo y me hubieran eliminado. Bueno…a lo que íbamos. Estamos en el borde de la finca y sigo sin ver a los del otro equipo, cambio-

-Lo siento Alex, digo lagarto rojo. Es que eso de nombrecitos no me mola nada…en fin…Son buenos de verdad estos tíos. Ya me lo dijeron a mí unos de la tienda... esto espera, veo a alguien que se acerca a mi posición. El muy tonto no se da cuenta que como siga andando así sin cobertura y entre en tu zona le vas a dar un bolazo tremendo. Voy a seguirle para ver si le puedo coger de prisionero. Te cuento ahora, cambio.-

-Ten cuidado, puede que sea un señuelo para que sepan tu posición y posteriormente la mía.-

Alex se quedó esperando una respuesta mientras observaba todo su alrededor. Quedaban ya ellos dos de su grupo y si les eliminaban perderían su reputación que les precedía de ser el único club invicto de la comunidad de Madrid. Más de 42 victorias seguidas y podrían romper el record contra este club, también famoso por sus estrategias de juego.

Al cabo de unos minutos volvió a escuchar la voz de Ronie.

-Alex, es muy tonto este tío…no se si se trata de un señuelo pero sigue acercándose hacia mi posición, como si supiera donde estoy y he observado los demás lugares con los prismáticos y no veo ningún enemigo apostado esperando a que salga…creo que voy a salir y voy a ir por detrás de este para tomarle de prisionero. Cambio y corto-

-Espera….deja que se acerque mas a tu lado, ronie, digo águila verde- hablo rápidamente Alex, pese a saber que Ronie ni habría escuchado esto último.
Pasaron casi diez minutos. Alex sabía que algo había pasado pero le daba miedo hablar por walkie ya que podría delatar su posición. Ronie podría haber sido capturado y ahora mismo solo él quedaría….pero no podía salir de su cobertura. De pronto, por el pequeño montículo que tenía apuntando por si aparecía cualquier enemigo, observó a Ronie aparecer.
Corría hacia donde estaba apostado el y por como andaba, le había ocurrido algo.

-Alex, socorro, Alex-

Alex dudo si salir o no, pero luego, al ver que Ronie caía al suelo como si le hubieran hecho la zancadilla y no levantarse, salió y dejó todo su material.

-Ronie, ¿Qué ocurre? - Se acercó gritando hacia su amigo, que seguía en el suelo y moviéndose como con espasmos.

-¿Ronie?- Cuando se acercó, Ronie se agarraba el cuello del que emanaba un montón de sangre.

-AAAAlex, por favoooor, ayudam…- su voz se apagó de golpe mientras ponía los ojos en blanco

-DIOS MIO, RONIE, ¡JODER!- Gritó Alex mientras le intentaba tapar la gran herida que observaba que tenía en el cuello.

-JODER, DIME QUE TE HA PASADO, SOCORRO, SOCORRO- su desesperación y sus gritos eran en vano, ya que nadie acudía a su socorro.
De golpe y porrazo, algo le sobresaltó.

-aaaagghhhhhh- un sonido seco como si alguien estuviese ahogándose sonó detrás de él. Giró y vio a uno de los del club enemigo con la boca llena de sangre y las manos. Su cara blanca y sus ojos, como si fueran a salirse de sus orbitas, hicieron estremecerse a Alex, pero rápidamente por la rabia de tener a Ronie muerto en sus brazos, fue para abalanzarse hacía él.

-Hijo de...que has hecho a mi amigo. Esto es una mierda de juego no el puto Vietnam- le empujó con tal fuerza que cayó hacia el suelo y se golpeó fuertemente con una piedra.
Pero aquel ser, no parecía ni inmutarse. No le dolió ni el puñetazo recibido por parte de Alex cuando se incorporó de nuevo. Solo quería atrapar a Alex y morderle.
Alex, cogió una de las navajas suizas que tenía para cortar algún arbusto y le amenazó con rajarle si no le decía que había pasado cuando se le abalanzó con rapidez. Sin querer su navaja se le clavó en el estomago. Cuando observó Alex que aquella persona no reaccionaba al dolor se dio cuenta que algo malo ocurría.
Rápidamente y con un golpe seco, se quitó del medio a ese ser y huyó hacía la casa en la que todos deberían estar.
No podía aguantar y mientras corría lloraba aún recordando la última imagen de su amigo pidiéndole a gritos ayuda. Se murió en sus brazos y no había podido hacer nada por evitarlo.
Cuando llegó a la casa, lo que encontró fue peor.
Toda la casa, estaba llena de sus compañeros y de los demás chicos del otro club de airsoft, pero se comportaban igual que el chico que le había intentado agredir y había clavado la navaja suiza en su estómago.
Visto el tema, no tuvo más remedio que salir y huir hacia el pueblo más cercano para denunciar el suceso.